"Del Pueblo vengo, al Reino voy". Memoria agradecida de Scannone
Por Aníbal Torres (*)
"Tengan ánimo y levanten la cabeza,
porque está por llegarles la liberación"
(Jesús de Nazaret)
“Una vez, un amigo mío, cuando me presentó a su mujer, me dijo: ‘ella es lo mejor que me pasó en la vida’. Eso me hizo caer en la cuenta que el llamado que me hizo el Señor a formar parte de la Compañía [de Jesús] fue ‘lo mejor que me pasó en la vida’, tanto por todo lo que supone –ante todo, ser cristiano- como por lo que conllevó consigo, aun en el plano de la realización humana, inclusive intelectual. (…) [Otra] vez un superior me dijo algo que me quedó grabado en la mente, a saber, que en mis trabajos apostólicos –también intelectuales- estaba realizando de hecho la misión actual de la Compañía, según la definió en 1974/75 la Congregación General (CG) 32 [convocada por Pedro Arrupe], a saber: el servicio de la fe y la promoción de la justicia, exigida por la misma fe. Pues, al enseñar teología filosófica y escribir sobre filosofía de la religión y sobre teología, estaba contribuyendo a lo primero y a lo segundo, al dedicarme a la teología y filosofía de la liberación, y a la doctrina social de la Iglesia, además del trabajo sacerdotal entre los pobres de los barrios” (Scannone, Autobiografía intelectual, 2013).
A seis años de la entrada gozosa en el Reino-Sueño de Dios de este pastor "con olor a pueblo", verdadero experto en el arte del discernimiento histórico y filosófico y del ejercicio de la fraternidad, quiero hacer memoria agradecida de quien, como se dice para hablar de las obras completas de Heidegger, más que “obras” abrió “caminos”. Este día coincide con la Pascua de otro insigne jesuita, Juan Hernández Pico, a quien rindo mi humilde y sincero reconocimiento.
Scannone nació en Buenos Aires, en 1931 (en la zona de Congreso). Refería a su infancia como la de "un hijo único de madre viuda". Ese niño llegaría a ser maestro de maestros y referente del pensamiento latinoamericano inculturado y liberacionista, con proyección universal, haciendo causa común (más allá de las diferencias) con grandes maestros, como Gustavo Gutiérrez.
Como persona de "Principio y Fundamento", bien se puede aplicar a Scannone la célebre descripción que Jerónimo Nadal hizo de Ignacio de Loyola: "...era conducido con suavidad donde no sabía. Poco a poco se le abría el camino y lo iba recorriendo..."
Considero que las palabras de Sergio de Piero hacen justicia a su peculiar modo de ser: "A Juan Carlos "Cachito" Scannone, nunca lo vi de mal humor. Ceremonioso, formal, afectuoso, humilde, tremendamente culto, necesitaba tomarse varios minutos para contarte aun el tema más liviano, al que llenaba de comentarios. Si la cuestión tenía que ver con temas intelectuales, las citas eran correctamente pronunciadas en ingles o en alemán. Escuchaba todo lo que le comentaban o compartían. Él, un hombre que fue formador de un Papa y cuyos libros se leen en varios países. Alguna vez me contó cómo Enrique Dussel se interesó por Hegel en su biblioteca. Creo, además, que no le conocí más de dos camisas y aun en estos tiempos se tomaba el tren desde San Miguel hasta el centro, unos días antes de ir a dictar conferencias a Roma o a Centroamérica, con sus 88 años. Impulsor de la reflexión sobre la "teología del pueblo", y sobre la importancia de la cultura. Me siento limitado para expresar lo que significó conocer a Juan Carlos, del que centenares hemos aprendido tanto."
Como afirman dos de sus más destacados discípulos, Luciano Maddonni y Ariel Fresia, la "vida y producción" de Scannone "fueron lo suficientemente profundas y fecundas como para volverse surco, camino y huella".
Tal vez podemos decir que, a su modo, Scannone, uno de los grandes maestros que tuvo el Colegio Máximo de San José en San Miguel (Argentina), también experimentó la «Eximia ilustración del Cardoner», como el peregrino de Manresa, llegando a ser un contemplativo en la acción y un activo en la contemplación.
Los dos hitos de su vida intelectual, señalados por él mismo, fueron los años 1972 y 2013, con la participación en el recordado congreso de El Escorial y la elección de Francisco, respectivamente.
En 2019, la conferencia magistral que había preparado para recibir el doctorado honoris causa por la Universidad Sophia condensa la elevada altura de su pensamiento filosófico y teológico. El texto, un verdadero testamento intelectual y espiritual, fue leído por el jesuita José Daniel López, gran estudioso y discípulo dilecto de Scannone.
En su convalecencia tras el ictus/ACV que le impidió viajar para recibir tal distinción, fue visitado asidua y amorosamente por dos mujeres: la filósofa Zulema Pugliese y la teóloga Emilce Cuda. Fui testigo de eso.
Poco antes de su partida, la carta de su más destacado alumno y compañero jesuita resumiría bien el sentido de su vida y legado: "...vos no recordás que este servicio [intelectual] sólo será posible si nos situamos del lado del pobre y del excluido y, en definitiva, del lado del pueblo" (Roma, 23/10/2019).
De Scannone pueden decirse aquellas palabras que Marc Augé dedicó a Michel de Certeau: tuvo “una inteligencia sin miedo, sin fatiga y sin orgullo”.
El Papa Francisco dijo en cierta ocasión términos muy significativos que evoco en este nuevo aniversario, pues bien aplican al querido Cachito y a Hernández Pico en su Pascua: “como las mujeres del Evangelio en el sepulcro, estamos aquí con el perfume de la gratitud y el ungüento de la esperanza para demostrarle, una vez más, ese amor que no se pierde; queremos hacerlo con la misma unción, sabiduría, delicadeza y entrega que él supo esparcir a lo largo de los años. Queremos decir juntos: ‘Padre, en tus manos encomendamos su espíritu’.”
-AMDG-


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