Las notas distintivas de la Iglesia
“La Iglesia es efectivamente el camino
hacia la libertad"
(Romano Guardini, “El sentido de la
Iglesia”)
Por Ivana Yanina Calandri (*)
1.INTRODUCCIÓN
Cristo funda su Iglesia respondiendo al
pedido de Dios de convocar a todas las personas sin distinción desde todas
partes del mundo. Este es un llamado a conformar una gran familia, la “Familia de Dios”, que se constituye en
el Cuerpo Místico de Cristo donde Él es su Cabeza y donde lo más importante es
el llamado de Salvación que Dios hace a todos los hombres de su Creación.
Por ello, esta Iglesia, la Única Iglesia de
Cristo tiene sus “Notas distintivas,
propias de su naturaleza, símbolos de fe desde los primeros tiempos”.
2.PROPIEDADES DE LA
IGLESIA
a. ¿QUÉ SON LAS PROPIEDADES O NOTAS DE LA
IGLESIA?
I. Definición: Explicación teológica.
Son las cualidades o atributos
inseparablemente unidos entre sí que indican rasgos esenciales de la iglesia y
de su misión.
No los tiene por ella misma, sino a través de
Cristo por el Espíritu Santo y es Él mismo quien nos llama a ejercitarla.
También son llamadas “notas de la Iglesia” y las reconocemos cuando rezamos el Credo al
decir: “Creo en la Santa Iglesia
Católica...” Estas notas fueron reconocidas en el Concilio de
Constantinopla (381) debido a la aparición de algunas sectas que se apartaban de
las enseñanzas apostólicas.
Estas cuatro propiedades son entonces: “Una, Santa, Católica y Apostólica”, y
sólo pueden comprenderse desde el interior de la Iglesia sintiéndonos
“Iglesia".
3.LAS CUATRO PROPIEDADES
a. UNA: IGLESIA EN UNIDAD CON DIOS.
I. Confesión de una misma fe: Un solo Dios.
¿Por qué decimos esto? Porque Jesús encarnado
reconcilió a todos los hombres con Dios en un solo cuerpo, restituyendo la
unidad en un solo pueblo, amándose todos como hermanos de una misma familia.
Decir que todos confiesan una misma fe es
decir que todos responden a la Revelación de las Verdades de Dios.
La Iglesia es esencialmente una congregación
de fieles, y por ello debe obrar manteniendo, reforzando y perfeccionando esta
unidad, renovándose permanentemente, convirtiendo el corazón hacia una vida más
pura, formando fieles para el sacerdocio, dando gran importancia a la oración
pública y privada y colaborando en el diálogo entre las diversas comunidades y
la Iglesia misma.
También el Espíritu es principio de unidad en
la Iglesia, ya que por la acción de Dios desciende al interior de cada
cristiano, produciendo la comunión entre los fieles y unidos todos en Cristo,
por medio de la fe que es fundamento de la unidad eclesial, conformamos el “Principio
de Unidad de la Iglesia”. Por eso decimos, “un
solo Dios, una misma Fe, un solo Bautismo”.
II. Celebración de un mismo culto: Sacramentos.
Y así desde el principio Jesús no sólo quiso
la unidad de creyentes y cristianos, sino que nos otorgó el don de la unidad.
Pidió que seamos “Uno en Él y todos en el
Padre” (Jn.
17,
21-23).
Esta comunión espiritual se expresa en la
vida comunitaria, todo forma parte de la vida cristiana: los compromisos
pastorales, la solidaridad con los más necesitados, la oración, la
comunión
y todos los actos litúrgicos.
Por eso la fe se profesa en la participación
de los rituales litúrgicos de los sacramentos.
Pero, para poder ser miembro del Cuerpo
Místico de Cristo que es la Iglesia, antes debemos contar con el primer
sacramento, el que nos hace nacer en Cristo, nos libera del pecado original,
nos regenera como hijos de Dios y nos incorpora a la Iglesia haciéndonos partícipes
de la misión salvadora de Cristo; es el sacramento del “Bautismo”.
Pero todo alcanza su máxima realización con
el sacramento de la “Eucaristía”, en
la comunión con el Cuerpo de Cristo, la unión más profunda que el hombre pueda
lograr en su
vida.
No hay nada más sagrado.
Podemos decir que en ese momento compartimos
un “Único Pan”, el Pan de Vida.
La Iglesia se edifica en los sacramentos.
III. Vida fraterna en común: Obediencia. (Papas, Obispos).
Jesucristo entregó a Pedro el cargo de ser: “Jefe de la Iglesia”, para poder
ordenarla,
dirigirla
y extenderla.
La unión de la Iglesia no sólo implica a los
fieles, sino también a los pastores.
La unidad social es uno de los frutos del
amor sobrenatural que anima a todos en la
Iglesia
con una energía espiritual.
En esta vida fraterna hay características
propias:
★ Por
un lado, hay un estilo de vida que se inspira en la caridad y el servicio por
el
bien común. Jesús vino a servir, no a ser servido; ese es el modelo a seguir.
★ Por
otro lado, están las manifestaciones culturales, étnicas, etc., por el hecho
de
ser una Iglesia Universal.
Por eso, la Iglesia en su estructura conserva
una jerarquía para mantener un orden, teniendo como representante de Jesús en
la tierra al Sumo Pontífice que es el Papa, los Obispos, y los Sacerdotes, a
quienes debemos respeto y obediencia, y serán ellos los encargados de mantener
el orden en la diversidad de culturas, costumbres y voluntades de las personas,
para que la Iglesia no sufra dentro de ella rupturas, ni abuso de la ciencia o falsas
doctrinas que puedan deformar las verdades de fe que Dios nos entregó.
b. SANTA: IGLESIA SANTIFICADORA.
I. Fundador y Cabeza: Jesucristo Santo.
Decimos que la Iglesia es Santa porque su
Fundador, Nuestro Señor Jesucristo es Santo. Jesús, Hijo del Padre, Santifica a
la Iglesia transmitiéndole sus cualidades personales: la caridad, la doctrina,
la sabiduría, la virtud, el amor y la paz, pero por sobre todo, la “Santidad”.
La unió a sí mismo como a su propio cuerpo.
De ahí que decimos que es Cabeza; “Cabeza
del Cuerpo Místico”, la Iglesia. La llenó del don del Espíritu Santo y
unida a Cristo está santificada por Él y en Él.
II. Finalidad: Santificación de sus miembros.
El modelo de santidad cristiana es Cristo.
Cristo es santo, inocente y sin mancha, pero así mismo la Iglesia abarca en su
seno a pecadores. Su finalidad es la salvación. En ella se consigue la paz por
la gracia de Dios. Ella no es sólo santa, sino también santificadora.
Todos los cristianos de cualquier condición o
estado están llamados a la perfección de la santidad, ya que alimentados por la
gracia pueden conseguirla. Todas las
obras de la Iglesia se esfuerzan por conseguir la santificación de los hombres
en Cristo y la glorificación de Dios.
III. Medios de Santificación: Sacramentos, oración, etc.
Cristo santifica a la Iglesia y la Iglesia
santifica al mundo. En la Iglesia encontramos la plenitud de los medios de
salvación a través de la gracia de Dios. Como sus miembros son pecadores, la
santidad está todavía por alcanzarse, todos los cristianos de cualquier estado
o condición están llamados a la perfección de la santidad, cuyo modelo es
Cristo mismo.
Entre los medios tenemos los siete
sacramentos, la liturgia, la vida en oración y todo lo que forme parte del
culto. En los siete sacramentos destacamos como primera medida, la “Penitencia”, para poder no sólo,
comprender nuestros errores, aprender de ellos y no volver a cometerlos, sino
restaurarnos en un hombre nuevo a través de la absolución de Dios por parte del
sacerdote; y junto al sacramento de la Eucaristía, convertirnos en un nuevo ser
en Cristo. Unirnos desde el interior en Él, por Él y con Él. Penitencia y
purificación, dos cosas importantes para la conversión.
Todo hacerlo en base a un ordenamiento divino
de vida, donde el Espíritu Santo obre por medio de la gracia infundida.
IV. Ejemplos de Santidad: Santos/as, mártires, misioneros, etc.
Así como en la Iglesia hay pecadores, también
hay quienes están en gracia y participan plenamente de la comunión espiritual
de la Iglesia. Muchos de ellos fueron por expresiones de heroísmo, otros por
martirio. Ejemplo de ello son los
mártires como los apóstoles, misioneros, consagrados, vírgenes y laicos que
vivieron en la fe y que se convirtieron en santos y santas de nuestra Iglesia.
Podemos nombrar uno de los primeros santos,
discípulo de Pablo, “San Ignacio de Antioquía”,
Padre Apostólico, santo de las primeras épocas de la Iglesia. Primero en usar
la
palabra
“Católica”. Martirizado por proclamar su amor a Cristo.
Otro ejemplo es “San Francisco Javier”, misionero español. Primer evangelizador en naciones
lejanas del oriente y catequizador de niños. También bautizaba y atendía a enfermos.
Murió en aquella lejanía.
Y también la reciente canonizada “Santa María Antonia de Paz y Figueroa”,
nuestra Santa Argentina. Aquella joven laica que salió a hacer conocer los
ejercicios espirituales de san Ignacio de Loyola, fundando lugares para dichos
ejercicios y para asilo a enfermos y necesitados.
Todos ejemplos de vida y entrega, capaces de
mostrar a los demás un camino ejemplar de perfección. Pero no debemos olvidar
el mayor ejemplo, “María Santísima”,
que llegó a la perfección, pura y sin mancha. Con María la Iglesia es ya
enteramente santa.
c. CATÓLICA: IGLESIA UNIVERSAL.
I. Universalidad de los medios de salvación: Mandamientos y Sacramentos.
Catolicidad es la expresión de la voluntad
salvífica que Dios abre a todos los hombres.
De ahí que “Católica” significa
“Universal”. La palabra católica aparece con Ignacio de Antioquía en el año
110 y comienza a usarse en el siglo II para distinguir nuestra Iglesia de
las
sectas de la época.
¿Por qué universal? Porque se extiende en el
espacio y en el tiempo, transmitiendo la fe íntegra de Jesucristo.
Desde el día de Pentecostés la Iglesia es
católica y lo será por siempre. Cristo, Cabeza de la Iglesia, es el Señor y
Salvador de toda la humanidad y la Iglesia es católica porque Cristo está
presente en ella. Así lo decía San Ignacio de Antioquía: “Allí donde está Jesús, está
la Iglesia Católica”, y por Él, ella recibe la plenitud de los medios de salvación,
que son: “misma fe, mismos sacramentos,
misma doctrina y misma jerarquía”.
No se salva quien no pertenece en el amor,
por más que esté incorporado a la Iglesia. Hay que pertenecer a ella en cuerpo
y corazón. Para ello Dios nos proporcionó a través de Moisés la Ley, los diez
Mandamientos, que son instrucciones para ayudarnos en nuestro comportamiento,
nuestra moral, para ser como es Él.
Jesús, durante su vida terrenal, instituyó
los Sacramentos, realidades invisibles a través de los cuales podemos
experimentar, por intercesión del Espíritu Santo, la presencia de Dios sanando,
perdonando, alimentando, fortaleciendo y capacitando para amar.
II. Universalidad de personas: Sin distinción.
Sin distinguir raza, sexo, edad o lugar. La
misión de Cristo de evangelizar reúne a todo
el
género humano, es una exigencia que nace de la misma naturaleza de la Iglesia.
Un
compromiso
de dar testimonio de fe a toda la sociedad sin distinción.
Todas las personas están invitadas al Pueblo
de Dios.
Jesucristo quiere que su Evangelio se
predique al mundo entero para cumplir la
voluntad
de Dios de salvar a todos los hombres.
III. Universalidad de tiempo y espacio: Naturaleza misionera.
Cuando hablamos de tiempo hablamos de lo que
Jesucristo nos prometió, que la
Iglesia
subsistirá a todos los males hasta el fin de los tiempos.
Cuando hablamos de lugar-espacio, la Iglesia
Católica se extiende y reúne a toda la
humanidad.
Por eso, todos los hombres están invitados a
la unidad católica del Pueblo de Dios. A
esa
unidad están destinados los católicos, los demás cristianos y todos los hombres
en
general
llamados a la salvación por la gracia de Dios.
De la catolicidad brota la misión, que es ir
cumpliendo lo que ya se ha iniciado en la
Trinidad:
“Dios se da en Jesucristo para la salvación del género humano”.
La Iglesia debe ser misionera. El Espíritu
santo conduce a la Iglesia por los caminos
de
la misión. Así, lleva el anuncio del Evangelio a los pueblos que no creen en
Cristo a
través
de un diálogo respetuoso.
Una Iglesia misionera en el mundo, con un
gobierno eclesiástico, con el Papa como
Sumo
Sacerdote como referente de Cristo en la tierra.
Porque como católicos que somos, somos
misioneros, y como individuos involucrados
en
la palabra, nos impulsamos a expandirla a comunidades e instituciones.
La naturaleza de la Iglesia se traduce en
misión, y luego de la misión se pasa al obrar,
como
Cristo lo pidió.
El mandato misionero de la Iglesia obedece al
mandato de su fundador: “Id y haced
discípulos…”,
así está escrito en Mateo 28, 19.
IV. Iglesias particulares en unidad (Diócesis).
La catolicidad y la unidad se alimentan
mutuamente dentro de las iglesias particulares
y
sus comunidades de fieles.
Estas iglesias que son las “Diócesis”, están formadas a imagen de
la Iglesia Universal
de
Roma, en comunión con ella y con las parroquias y comunidades más pequeñas
(capillas,
etc.) de cada lugar; junto a los pastores y fieles que se reúnen en nombre del
Señor
y colaboran para el bien común.
La iglesia Universal toma de cada parte del
mundo sus expresiones diversas, variedad
de
disciplinas eclesiásticas, ritos litúrgicos, etc., pero siempre y cuando todas
tengan el
mismo
objetivo, la “catolicidad”.
d. APOSTÓLICA: IGLESIA FUNDADA POR JESÚS JUNTO A LOS APÓSTOLES.
I. Origen apostólico: Época apostólica
(Pentecostés)
Jesús es el enviado del Padre. Preparó a los
Doce para que estuvieran con Él y
continuaran
la misión cuando ya no estuviera en la tierra.
Esta fue una herencia que da identidad y
afirma la misión: “Como el Padre me
envió,
así los envío a
ustedes...” (Jn. 20,21).
Pentecostés fue la gran manifestación de la
Iglesia. Desde la Ascensión de Jesucristo
hasta
ese día, los apóstoles esperaron la promesa que Jesús les hizo: “La venida del
Espíritu Santo”.
Se elige en esos días a Matías para suplantar
a Judas, quedan conformados otra vez
los
Doce y Pedro a la cabeza, como jefe indiscutible elegido por Jesús. Se da
comienzo a
esta
Iglesia, única institución jerárquica desde el primer momento. Pedro será quien
dirigirá
ese
día a la multitud, pero los demás apóstoles, también testigos de la
Resurrección y
asistidos
por el Espíritu Santo, tendrán la autoridad de bautizar, imponer las manos para
sanar,
partir el pan, predicar y mucho más al igual que Pedro.
Cristo les había prometido permanecer con
ellos hasta el fin de los tiempos.
Ésta fue la llamada “Iglesia primitiva o apostólica” en Jerusalén, que de a poco se fue
expandiendo
por otras partes de Palestina gracias a los apóstoles martirizados por llevar
la
Palabra
hasta donde pudieron hacerla viva.
II. Doctrina apostólica: Tradición de la Iglesia.
De la herencia apostólica y sus testimonios
se fundamenta nuestra fe católica.
La Iglesia proclama las enseñanzas escuchadas
por los apóstoles. Esta tradición
apostólica
conserva, guarda y transmite la verdadera doctrina desde los apóstoles.
La doctrina de la fe es el patrimonio del
Pueblo de Dios, ya que es enseñada,
santificada
y dirigida por los sucesores de los apóstoles hasta la vuelta de Cristo. De
esta
forma
la Tradición transmite las Verdades Reveladas por Dios que son las Sagradas
Escrituras.
El Magisterio de la Iglesia es el encargado de la enseñanza de dicha Tradición.
Para que haya una Tradición Apostólica, la
sucesión de los obispos debe darse a
través
de la ordenación de los mismos con la imposición de manos, gesto de fidelidad a
la
Iglesia,
a su fe y a su misión, que se da por medio del Espíritu Santo como prometió
Jesús a
sus
apóstoles.
III. Sucesión apostólica: Continuidad, Obispos sucesores.
La sucesión apostólica es la que garantiza
que nuestra Iglesia es la misma de los
apóstoles.
Al servicio de dicha apostolicidad están los sucesores de los apóstoles que son
los obispos, encargados de continuar con el legado que Jesús nos dejó.
La misión de los apóstoles se ha transmitido
desde aquellos tiempos gracias a los
obispos
y al Papa.
De esta forma, a pesar de no haber sido
testigos directos de la Resurrección de Cristo
como
los apóstoles, conservan la tradición apostólica del fundamento de la fe de
Cristo
Resucitado.
Los obispos son los pastores de nuestra
Iglesia y como sucesores reciben la misión
encomendada
por Jesús de:
❖ Confirmar
a los hermanos en la fe: que es la
“función de enseñar”.
❖ Celebrar
el misterio de la fe hasta que Él vuelva: que es la “misión de
santificar”.
❖ Ser
pastores de las comunidades: que es la
“función de gobernar”.
Toda esta sucesión tiene un ordenamiento dentro de la Iglesia, una jerarquía como institución que es. Y así este Orden Sagrado encargado a los apóstoles y transmitido a sus sucesores los obispos, continuará en la Iglesia como Institución Divina fundada por Cristo antes de su muerte y hasta su próxima venida.
4.REFLEXIÓN FINAL
¿Por qué decimos que valoramos estos cuatro
atributos, notas, cualidades o propiedades de la Iglesia? Porque vemos en ellas
lo que la hacen única, especial, la demuestran en su integridad, como Cristo la
quiso, en su esencia pura, sobre los cimientos de los Doce Apóstoles, sobre la
Verdad de Dios, sobre la unidad de todos los cristianos sin distinción de raza,
sexo, edad ni lugar, fundamentada en la fe, porque gracias a esas propiedades
recibe en su seno a pecadores y los redime, y lo más importante de todo, nos
permite estar en comunión con Jesús, lo más sagrado que nos puede ofrecer. Por eso sus propiedades la hacen única, la
Única Iglesia de Cristo.
(*) Profesora de Enseñanza Primaria. Licenciada en
Educación Religiosa. Docente de Nivel Superior_Teología
BIBLIOGRAFÍA
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de Jerusalén (nueva edición) (2009), Bilbao: Desclée de Brouwer
-Catequesis
La Salle, Notas de la Iglesia, en:
https://catequesis.lasalle.es/N/NOTAS%20de%20la%20Iglesia.html
-CatolicoDefiendeTuFe.org,
¿Por qué la Iglesia es Una, Santa, Católica y Apostólica?,
-Constitución
Dogmática sobre la Iglesia en:
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T., Formación – Las Notas de la Iglesia, en:
https://es.slideshare.net/MJDspain/formacin-2-de-abril-33311417
-Juan
Pablo II, Catecismo de la Iglesia Católica, en:
https://www.vatican.va/archive/catechism_sp/index_sp.html
-Pablo
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-Ramos,
A. (2011), Módulo de Estudio de Licenciatura en Educación
Religiosa.
Misterio de la Iglesia, Mar del Plata: Universidad Fasta.
-Santo
Tomás de Aquino - Traducción de Abascal, S. (1989), El Credo, México:
Editorial
Tradición, S.A.
-Vadillo
Romero, E. (2018), El Misterio de la Iglesia, Madrid: Liber Digital
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